domingo, 28 de julio de 2013

Primeros días.


Tengo que reconocer que si hay una cosa que caracteriza a los finlandeses es la eficiencia. Ni cinco minutos tuve que esperar para volver a respirar tranquilo cuando salieron las maletas. Ni punto de comparación a Barajas...

Me cogí un taxi express, llamados Airport taksi. Son una especie de microbús que lleva a todo el mundo que a su destino por 10 euros. Con dos maletas gigantes y una mochila a la chepa, para mí que compensa. Además, como todo el mundo iba para el centro de la ciudad, me tocó ser el último en trasladar, así que aproveché un viaje de agradable conversación con el conductor. Que tío más majete.
Según llego a Kuntotie 3, veo a una acalorada E. H., la persona encargada de recogerme, que me saluda desde lejos y me llama por mi nombre. Subimos al piso, me lo enseña y charlamos un ratillo. Cuando le comento que mi novia estuvo aquí el curso pasado y que me ha contado cosillas, la veo relajarse, parece ser que los estudiantes de intercambio generamos tensión a los tutores. Francamente, me da a entender que se preocupan bastante de nosotros. Siempre suele haber una excepción, ¿no, Ana?

El piso es pequeño como era de esperar, pero las habitaciones no están mal. Es bastante mustio y un poco oscuro una vez baja el sol. En mi caso, tiene pinta de que necesita una limpieza a fondo. La cocina / sala de estar es bastante pequeña, pero habitable. Y luego está el horno. Oh, Dios  mío, el horno. Jamás había visto tanta grasa desde que cerraron el Guarro de Vallecas. El que lo conozca sabe de qué hablo.

Me pego una ducha, que ya empezaba a apestarme a mí mismo, me zampo un bocata con hambre voraz y me decido a poner rumbo al centro de Rova. Lo primero que hice en cuanto
E. H. me dijo los horarios de las tiendas para el viernes y el sábado, fue modificar mis preplanes y adaptarme al entorno como buen estudiante Erasmus. Así que me largué raudo (aunque parando a menudo para consultar el mapa) a Tuhat-Tori -tienda de segunda mano, que aquí es muy común- para hacerme con una bici. La gente de esta tienda es muy maja, todo hay que decirlo. Había encontrado una bici bastante guay por 90€. Se salía un poco de mi presupuesto, pero la verdad es que era muy muy guay. La pruebo y cuando me la voy a llevar, me comenta el señor que tiene tres radios rotos, que hay una similar por 60€, no lleva cesta, pero me la regala. Me informa que guarde el ticket para poder devolverla cuando me vaya de la ciudad. Así que me marcho de allí con una bici estupenda y con la sensación (again) de que la gente aquí es muy maja.

Ana M. me había comentado que el sitio más barato para comida y demás es el Lidl, así voy a por mi primera compra. Está bastante retirado, pero el precio compensa  y aunque me llevé la mochila, salgo en plan malabares del allí con lo que tengo en mente llevar en la cesta de la bici (nota mental: llevar bolsas la próxima vez). Y de vuelta a casa. El camino es, ¿cómo decirlo?, si no tienes costumbre de bici, hay momentos que te dan ganas de amputarte las piernas para que dejen de doler. Rezo durante todo el viaje para que se me endurezcan pronto. Y el frontón, ni te cuento. Vuelta por el puente viejo.



Me sobra tiempo, así que vuelvo de nuevo al centro para comprar más cosas. En mitad del puente nuevo (así llamado por Ana y por mí), que se llama en realidad Jätkänkynttilä silta (el puente de la Vela del Leñador) empieza una tormenta. Pero de esas con viento, truenos y centellas y toda la pesca. Me voy a refugiar debajo del techado del Santa Claus Hotel y se me sale la cadena de la bici. Cuando llego, miro la cadena y una mierda se ha salido. Se ha partido. Y está cayendo la del pulpo. Y todo cerrado. Y a 3 km. del piso. Y sin chaqueta. Y yo con estos pelos. No voy a hacer el viaje dos veces, así que aparco la bici en la puerta del Tuhat-Tori y me resigno a mojarme hasta Kuntotie.
Aseo, cena y a dormir que estoy reventado. Son las 23 y hace esta estupenda "noche":


 Lo jodido es que me he despertado a las 4 am y hace el mismo sol. Este país es raro de cojones eh.

A las 9 am del día siguiente suena el despertador. Tengo que darme prisa si quiero comprar lo que me falta antes de que cierren. Me pego una ducha y al centro se ha dicho. El señor de Tuhat-Tori mira mi bici, y me manda a Tuhat-Tarvike, una tienda de todo un poco que es de su hermano. Ana  ya me había comentado que para cosas nuevas, no era excesivamente caro. El señor de aquí es un máquina y me arregla no solo la cadena, sino lo que había hecho que se partiera. Mcgyver en versión finlandesa, te lo digo yo. Compro de todo un poco, y vuelta al piso. Descargar y de vuelta al Lidl y más allá, a Kontti , otra tienda de segunda mano con mejores precios que Tuhat-Tori, pero también más lejos...La parte amable del tema es que son una tienda de Cruz Roja que venden cosas donadas. Compro un par de cacerolas, un cazo para calentar líquido y un par de sartenes. Dejo fichados unos de tarros de cristal para sal y azúcar a 1€, para un día que me quiera dar un paseo. Y de nuevo, gente maja en la caja.

Paso a la vuelta por el Lidl para terminar de comprar cosas. Y en la salida me encuentro con un señor con una camiseta de la Brilat Española. Siendo como soy, me acerco a hablar con él, por supuesto. Los militares de aquí también son majos.

Vuelta al piso, pongo las dos cacerolas a hervir con algunos cacharros dentro, y aprovecho para fregar otros. Me muero de hambre...

Por la tarde me fui a buscar una cafetería con wifi para comunicarme con el mundo exterior. Llego hasta Lordi's Square (a pata, mis piernas han dicho que por hoy basta) y me voy a preguntarle a un tío que es una mezcla de Mario Vaquerizo rubio pero teñido de moreno, el cantante de Metallica venido a menos y el Pozi vestido de mujer. LO JURO.

Y hasta aquí los dos primeros días. No se me asusten que no voy a describir todos los días, pero creo que para el Erasmus primerizo será de gran tranquilidad el saber qué hacer en estos momentos. Cabe destacar que yo justo he llegado en fin de semana, por lo que mi rango de acción es todavía menor.
Hoy, domingo, he aprovechado para limpiar el piso bien, poner la habitación un poco más personal y venirme al Coffee House a tomar un café y usar wifi otra vez.

Reflexión final: Puede que sea porque llevo bastante tiempo concienciándome para cuando llegara, pero tengo que reconocer que no me siento para nada preocupado o inseguro. La gente de aquí es muy agradable y se vuelcan en explicarte mil cosas si preguntas. Esto pinta bien.

Seguiremos informando.

viernes, 26 de julio de 2013

3, 2, 1, ¡Salta!

Estoy en el aeropuerto de Helsinki y hace fresquillo. He dormido ni 3 putas horas en unos asientos diseñados para evitar esa función, parecen potros inquisitoriales. ¿Y dónde están las dichosas tumbonas que vi por internet en casa de MJ? Pues ni idea. He recorrido la maldita terminal y no las he encontrado, mi gozo en un pozo. Y encima desde las 5 am esto se está llenando de gente que habla rarísimo, y a las 6 am hay un sol de 11 am hora española...este país va al revés.

En fin, estroy sorprendido conmigo mismo. No me siento nada nervioso ni incómodo. Antes de subir al avión he tenido un pequeño amago de acojone a la española, pero se pasó rápido.
En el avión he coincido con un señor muy amable (finlandés o finés, aún no sé como narices se dice) con el que he hablado un rato y, oh sorpresa, le he entendido casi todo y lo mejor, él a mí también.

La cena del vuelo no ha estado mal. Y el avión, aun yendo apretados, nada comparable a los hijos de Satán de Ryanair. Lo único malo es que me han cambiado los asientos que había elegido. Yo, previsor, me cogí unos en las salidas de emergencia y ventanilla para pegar la cara al cristal en el despegue y aterrizaje, y me ha tocao (que español queda esto) pasillo y en sitio normal en los dos vuelos.

Lo primero que he notado de diferente respecto a Barajas, es que aquí hay wifi gratis, no como los malnacidos de Aena que te cobran hasta por respirar en el aeropuerto. Así que lo primero que he hecho nada más salir al pasillo ha sido llamar por Skype a Ana M., cosa que ha sido en cierta medida durillo y entrañable, porque ahora sí que tenemos 3000 km. de distancia. Y me quejaba de irme en metro a verla...
También le he puesto un whatsapp a mi señora madre, para que no se diga.

Me quedan todavía seis horas antes de volver a embarcar y no se me ocurre como matar el tiempo. Dormir queda descartado, mi cuello dice que si lo vuelvo a intentar, coge a la C2 de rehén y la matará.
Escribir en el blog tampoco da para mucho. Las cosas que me ocurran en seis horas serán tan insulsas que me parece un insulto para los 4 que leen esto: Acabo de ver a un señor rubio. Una rubia casi albina ha pasado por mi lado. Un niño rubio de verdad está dando por culo con su hermana rubia también. En fin...

Me voy a comer un bocadillo que tengo hambre. Seguiremos informando.

miércoles, 17 de julio de 2013

It's the final countdown

Más de un mes sin tocar el teclado. Entre exámenes, final de exámenes, despedidas de gente, papeles y demás, he dejado esto un poco abandonado.

Ya recibí el dichoso paquete postal de la universidad de Laponia por lo que pude terminar de formalizar la matrícula en la plataforma, paso importante.

Por otro lado, hace unos días recibí un anexo al contrato erasmus para recibir la beca del EILC, que obviamente tenía que presentar antes de irme. Se puede entregar en mano o por correo ordinario, como estoy en modo ahorro y no me he ido de vacaciones, me acerqué y listo.

De DAS ya me enviaron el contrato de arrendamiento del piso que tuve que devolver firmado vía email. También he tenido que hacer dos transferencias internacionales, una de la fianza y otra de los días de Julio que voy a disfrutar del piso que al final, sólo me han cobrado esos días, así que genial. ACTUALIZACIÓN 10.10.2013: Al resto de estudiantes erasmus que llegaron a finales de Agosto, SÍ les cobraron el mes entero. Ahí queda eso.
Por cierto, aviso a navegantes, los precios han subido del curso 12/13 al 13/14, así que contar con ello por si acaso.

Llego el 26 a la 13.20 y hoy me he puesto en contacto con una persona del EILC que me ha asegurado que me va a echar una mano. Al final, la coordinadora del curso me ha asegurado que un tutor o ella misma me esperan a la puerta de mi edificio de Kuntotie. Tampoco me preocupaba demasiado, más que nada era por no tener que hacer dos viajes en taxi por Rova (que baratos no son) cargado hasta la cabeza. Al final me ha tocado Kuntotie 3, que aunque no tiene internet, Ana M. me ha asegurado que no está mal. Al fin y al cabo, ella estuvo allí y volvió sana y salva. Ay, Ana, Ana...

El próximo post, intentaré que sea desde el aeropuerto de Helsinki, total, tendré tiempo de sobra en la escala de mil horas. Por lo menos, el otro día en casa de MJ pudimos comprobar que los fineses están a años luz de nosotros y tienen asientos en plan tumbona de playa pero en guay, para las escalas largas. Visto así, es cierto que parece un poco lamentable tener a la gente pernoctando por los suelos en plan homeless, como en Barajas a cualquier hora. Espero que sean igual de cómodas que lo que parecían en la web.

Y para terminar, dedicado a MJ porque son de su época. (-¡Uy, que cabrón! - habrá pensado...)