martes, 10 de diciembre de 2013

El amigo finlandés

Dejarme contaros de que va el Finnish Friend Programme.

Este programa coordinado por las oficinas internacionales de las universidades finlandesas, está dirigido a estudiantes extranjeros que quieren tener la oportunidad de conocer a -en principio- una persona con la que poder integrarse un poco más en esta bienamada cultura nórdica. Y por su parte los finlandeses quieren tener la oportunidad de enseñar a alguien el estilo de vida finés o lo que se tercie.

Cuando en la semana de bienvenida, en una de las (muchas) charlas informativas, te cuentan sobre este programa, una de las cosas que te dicen es que antes de nada, debes estar seguro de tener la mente lo suficientemente abierta. Puede que tu amigo finlandés sea desde un padre de familia con tres hijos, perro y casa en la montaña hasta un hombre de mediana edad soltero, con dudosos hábitos sociosanitarios y graves problemas de alcoholismo (nada difícil en este pais, todo sea dicho).

Bueno, pues el día señalado para el meeting, me encuentro en la mesa con una señora (rubia, no podría ser de otra forma) de mediana edad y una chica joven (rubia también). Saila y Julia, madre e hija respectivamente, muy simpáticas. Saila es maestra en un colegio de aquí que me invita a visitar su clase de forma inmediata (cosa que todavía no he hecho por diversos contratiempos). Julia, por su parte, estudia turismo y es bastante encantadora. Y me cuentan su árbol genealógico. ¡Son una familia de 7 hijos y 13 nietos! El más jóven, Julius, aparece al poco rato en brazos de su madre Anniina, también muy simpática. De lo primero que me preguntan es si necesito ropa para el invierno o muebles para el piso, y me proponen ir a esquiar, hacer hikking (senderismo), ir de caza y lo mejor, ir a una cabaña que tienen en medio de ningún lado, con sauna tradicional y esas cosas tan finlandesas. Me ha tocado la lotería con esta gente tan estupenda.

Mi nuevo colega, Julius
Pocas semanas depués visité una casa que tienen en el campo para conocer más familia. El padre es un señor bastante imponente, también profesor pero de vocational school (lo que serían nuestros grados medio y superior), cazador y no habla más de cuatro palabras en inglés, pero no por ello dejó de ser un conversación interesante hablando de política, economía y costumbres varias. Todo mediante la traducción alternativa de su nuera, una chica también muy simpática que habla español, y tiene tres niños monísimos.
Rapidamente me invitaron a cazar alces el siguiente fin de semana, pero una serie de despropósitos tiró por tierra el plan que espero que me ofrezcan en un futuro.

El semestre ha pasado y entre algún viaje (veáse Tromsø o Helsinki, esta última entrada está por llegar), clases, prácticas y cúmulos de acontecimientos en contra, lo cierto es que no he podido disfrutar mucho de mi familia finesa. Julia se fue hace unas semanas de prácticas a Alemania, pero "en su lugar" ha aparecido una nueva hermana, Kristiina. Habla español, estudia también turismo y es una tía muy divertida.

Las dos últimas veces que nos hemos visto me han llevado de visita a Santa's Village para la ceremonía de apertura del invierno (bastante meh, he de decir) y de compras navideñas baratas, que me quedaban cosas por hacerme con ellas.

¿Puntuación hasta ahora?: Pues hablando con varios de mis compañeros que también están en el programa, ni uno solo se ha quejado de sus familias, por lo que recomiendo a todo el que venga que no deje pasar la oportunidad de conocer otro tipo de gente y actividades fuera del ambiente "erasmusil". Lo peor que puede pasar es que no congenies y dejes de quedar con esa/s personas. Bueno, seguro que hay peores cosas que un grupo de desconocidos podrían hacerte en una pais lleno de bosques donde nadie te encontraría en años, pero no vamos a ponernos en ese plan...

Hasta aquí la crónica. Seguiremos informando.

Unos días por Helsinki

Bueno, pues aprovechando que con Carlo tengo casa gratis en Helsinki, cogí una ofertaza de Vr (la Renfe finlandesa) en la que me daban cama por el mismo precio que un asiento a precio normal, y oye, en un trayecto de 12 horas de tren, se agradece.

Pues allí que me presenté para ver la ciudad y visitar a Carlito. Lo primero que hice, teniendo en cuenta que iba a viajar bastante de Helsinki a Espoo (el suburbio donde vive Carlo) fue pillarme una Single Card (una tarjeta de color verde) para 3 días. Se compran en los R-Kioski, y hay uno tanto en el aeropuerto como en la estación de tren, y repartidos por la ciudad. Con esta tarjeta puedes se puede usar metro, bus, tranvía o el ferry a Suomenlinna. Pero antes de nada, aconsejo muy mucho que antes de llegar a Helsinki descargarse la aplicación Andropas, esencial para moverte por Helsinki en transporte público. Sólo funciona en Android, así que si tienes un iPhone, te fastidias por gafapasta y moderno.

Lo primero a lo que me dediqué, visto que Carlo tenía clase, fue a recorrerme parte de Helsinki siguiendo la ruta a pie que recomienda la Lonely Planet (gracias Teo, Isra y David). Es una forma curiosa de ver cosillas de la ciudad, pero las dos horas de caminata me dejaron la rodilla como un melón.

Quedé con Carlo por el centro, cenamos algo, y nos fuimos a tomar alguna cerveza por ahí. En mitad del camino, una argentina que estaba bastante perdida se nos adobó al plan. Carlo, estupendo guía donde los haya, nos llevó a lo alto de un hotel desde el que poder ver Helsinki, y cuando decidimos que ya estábamos a punto de perder dedos de la mano por congelación,  nos fuimos hacia un local con música en directo bastante buena, el Kustaa Vaasa, con unos baños que no hacían honor al término "letrina turca". Oh, Dios mío, pobre la persona que se dedicara a limpiarlos...
Al día siguiente, Carlo tenía clase de nuevo, así que me hice una visita autoguiada por Suomenlinna, visita muy muy recomendable. Suomenlinna (fortaleza finlandesa, literalmente) son un conjunto de 4 islas que han servido de fortaleza en varias ocasiones a lo largo de la historia, aunque con no muy buenos resultados. Hay una camino (el azul, creo recordar) que recorre las 4 islas por los sitios más importantes, pero mi consejo es que te dejes perder de vez en cuando, es imposible que no encuentres camino de vuelta. Pero, ojo, si vas por la tarde, controla la hora porque si el último ferry se larga, te quedas la noche completamente tirado (no, no me paso, Diego, te veo venir). En algún punto en el camino hay un mapa con sitios para ver, echarle un vistazo a lo que os pueda interesar. Según caminaba por los edificios, cada vez más tenía la sensación de que la isla había permanecido completamente ajena al tiempo. Parecía un escenario de una película de la Segunda Guerra Mundial, o una campaña del Commandos

El Katajonokka
A la mañana siguiente, Carlo por fin estaba libre y nos dedicamos a hacer un poco de visita cultural por la ciudad. La primera parada fue el hotel Katajanokka, una antigua cárcel convertida en hotel. Si tienes tiempo, merece la pena hacerse una visita (es gratis) a modo de curiosidad. La cárcel es del tipo de las películas americanas, de 1800-1900 (véase la Milla Verde y demás), y es interesante darse una vuelta por los pasillos y el patio, y si pillas la hora de limpieza, colar la cabeza un segundo para ver las celdas reformadas. Eso sí, a no ser que tengas mucha pasta, y si estás leyendo este blog permíteme dudarlo, olvídate de pasar una noche pues es de los hoteles más caros de Helsinki.
Continuamos con la visita cultural del día yendo al Museo de Diseño, que me sorprendio gratamente.
Y ya por último, cerca del parque Sibelius, habíamos quedado con Nico, al que no veía desde Agosto, en una cafetería a pie de puerto. La cafetería, pequeña, modesta y acogedora, se llama Regatta, y tienen un curioso sistema de venta: Pagas por café/té y un korvapuusti, y por cada vez que rellenas la taza, te devuelven 5 céntimos.

Del día siguiente, lo más remarcable es la visita a la sauna pública alimentada con leña, más antigua de toda Helsinki. La experiencia sauna es diferente para cada uno, y depende del nivel de pudor que uno tenga, pero se va en bolas, vaya. Así que, no te sorprendas de ver culos arrugados y una tía que podría ser levantadora de peso, siendo la masajista de la sauna.

Y hasta aquí mi visita por Heslinki. Seguiremos informando.

Tromsø y la virtud de elegir buenos compañeros de viaje

Son ya casi dos meses sin tocar el teclado y cada vez se me juntan más borradores esperando tomar forma, voy a empezar a actualizar con esta entrada.

Como dice el título de la entrada os voy a hablar de Tromsø. Y de la virtud de elegir buenos compañeros de viaje. Virtud, que por supuesto, no tengo. Sí, voy a lloraros un poco más.

Tromsø es una ciudad al norte de Noruega, parte isla (la parte principal) y parte continental. La llaman la Paris del Norte, pero como nunca he estado en Paris, pues vale, me lo creo.
Todo comenzó con una idea propuesta a mi teutón compañero de piso, y de repente me veo planificando un viaje con su insufrible amigo-apéndice también teutón, una compañera de la uni que meh, y un compatriota llorica para verguenza íbera. Se adivina cuanto menos interesante el viajecillo.

Puestos a ahorrar unos euros de donde sea, reservamos en el camping de Tromsø unas cabañas bastante baratas que resultaron ser un acierto. Eso sí, escuchar la voz aguda del amigo-apéndice quejándose cada vez que se abría la puerta porque se le enfriaban sus pies de nenaza, fue un poco (introduzca aquí término peyorativo estándar). Compórtate como un hombre, por Dios.


Comprobando si el
hielo es lo suficiente
grueso para caminar
El 18 de Octubre recogimos los coches de alquiler, y a la carretera, nos esperaban 8 horas de camino.
Y menudas 8 horas... Paraditas para hacer fotos a florecitas congeladas, un reno a tomar por saco y un carámbano de mierda al borde de la carretera, las que quieras, oíga. Eso sí, 20 minutos para tomar un maldito bocadillo tranquilamente, NEIN!, que perdemos mucho TIEMPEN! Me cago en los alemanes, hombre ya... Y encima se meten con mi manera de conducir poco eficiente...tócate las narices. Pues al final el coche que menos consumió fue el mío, PAYASEN.

Ya os avisé que os iba a llorar.

Pero no todo va a ser eso, os cuento un poco de la ciudad.
Cosas que merece la pena ver (en mi opinión): la Catedral Ártica, la pillamos cerrada pero está bastante chula. Tiene una de las vidrieras más grandes de Europa. La subida en teleférico es completamente IMPRESCINDIBLE, las vistas son estupendas y en mi opinión merece cada € (de los 15 con descuento de estudiante) que se pagan. Hacer zoom. Pasear por el centro de Tromsø no tiene tampoco desperdicio, la arquitectura es cuánto menos curiosa (no entiendo de arquitectura así que no me atrevo a usar un término más apropiado). El pub Ølhallen lo dejamos para el domingo antes de irnos y nos lo encontramos cerrado, además durante el resto de la semana tiene horarios bastante extraños (L-V de 10h a 18h ¿?). Fue una pena, porque leí en un montón de sitios que merece la pena visitarlo.

Cerca de Tromsø  merece tampoco hay que dejar de ver el pueblo de Ersfjordbotn (dilo en voz alta si hay huevos) con un fiordo bastante impresionante, supongo que no será comparable a los más famosos de la costa oeste de Noruega, pero bueno, juzgar vosotros mismos. También hay un museo con forma de bloques de hielo que a algunos no nos interesaba mucho, sin embargo a esos mismos sí que nos motivaba plantear el camino de vuelta puesto que al día siguienten teníamos clase. Así que el germano team, haciendo alarde de su buen proceder en cuestión de viajes, decidió dividir el grupo general en a favor y en contra. Pues que os den.

Eso sí, oh designios del destino, en el camino de vuelta mi coche hizo parada en una cascada bastante impresionante (la foto no le hace justicia) y el otro coche no supo encontrar el camino. Recuento final: llegamos a la misma hora, ellos se dejaron 15 lereles en un museo que no merecía mucho la pena (reconocido con la boca pequeña) y se perdieron unas vistas bastante dignas. Vaya, vaya, quien sonríe ahora, ¿eh, imberbe de las narices? ¡Metrosexual!



Resumen: ¿Merece la pena visitar Tromsø? Sin lugar a dudas.

Próxima entrada, el programa del Finnish Friend. Seguiremos informando.