jueves, 22 de mayo de 2014

De fiordos va la cosa

Pues sí, de fiordos va la cosa. Y de carretera, mucha carretera. Y de mi habilidad para planificar viajes, en base a google maps, como un mandril.

Final de Erasmus, apenas un mes para terminar, cuando me decido a darme un buen homenaje (y vaya si me lo he dado, mi cuenta bancaria de fe de ello) buscándome un viaje para Noruega y los fiordos. Y claro, el final del Erasmus es para todo el mundo, así que o bien la gente no tiene dinero, o no tiene tiempo, o no tiene dinero ni tiempo. Y el resto me caen mal, vaya. Así que me lío la manta a la cabeza y me monto el viaje a mi bola, a ver si me encuentro a mi mismo en esas tierras antaño plagadas por vikingos.

Fase de estudio: La página web oficial de turismo de Noruega me la estudié entera. Tenía un tiempo limitado y me debía ceñir a ver cosas que realmente quisiera. Es decir, los 14 fiordos oficialmente conocidos. Y una mierda. Al final me centré en tres: Sognefjord (Bergen y alrededores), Geirangerfjord (Geiranger y alrededores) y Lysefjord (Stavanger y alrededores). ¿Y por qué esos tres? Por sitios que sí o sí quería ver, vaya.

Reconozco que el día de antes de salir de viaje estaba un poco, lo que viene siendo, aco****do. Se me juntaron un poco los nervios del viajes con las despedidas de varias personas que ya no vería a la vuelta, a saber Sonia, Freddy y Simón.

Día 8, llegada a Helsinki. Como no, escala en casa de Carlo, esta vez en su nombre me anfitrionó Ignacio, el cual me invito a una cena multitudinaria. Majetes como siempre el grupo de Helsinki, que buena gente.

Día 9, salida para Bergen con escala de 12 horazas en Oslo. Cuando cojo mi maleta, me voy al baño y me cruzo con un tipo que me mira raro. Cuando salgo de la zona de embarque, me encuentro con el mismo tipo, es el oficial de aduanas que me pide abrir maletas, revisa mis papeles, etc. Tendré cara de querer colarme en el país, será. Las aduanas no son lo mío, al parecer.
Pensaba salir a ver la ciudad hasta que me di cuenta de que el aeropuerto estaba a 50 km de la ciudad. Tenía que andar cogiendo tren y autobús, y con los precios noruegos como que no. Aún con todo y con eso, comer y cenar de aeropuerto no fue precisamente barato. 22 eurazos por dos bocadillos (muy cool, eso sí) y una vaso de pepsi. 22 eurazos. 22€. Por dos pu**s bocadillos. Y un vaso de pepsi. 22.
Llegada a Bergen. El hostel era el más barato de la ciudad con diferencia. También el que estaba más lejos de todo. Autobús desde la propia salida de la terminal hasta la estación de bus central, y de ahí otro a lo alto de una colina. Total: hora y pico. Eso sí, el hostel merece la pena. Y el desayuno incluído mucho mucho más. Hasta el culo me pongo. Pongo el modo zombie y a dormir.

Bryggen, el barrio de la Liga Hanseática
Día 10, visita a Bergen. Había planteado visitar Bergen por la mañana y acercarme hasta lo alto de una montaña para ver la ciudad por la tarde, pero resulta que justo hay una ruta que sube a Ulriken desde la misma puerta del hostel, y con el día tan estupendo que hacía, allí que me lancé.
Por la tarde me dediqué a ver Bergen y a cenar en el Burger King, que tenía yo ganas de comerme un menú a precio de oro, vaya.

Día 11, al aeropuerto a recoger el coche de alquiler. Y de ahí del tirón a ver un par de cascadas que estaban, digamos, "cerca" de Bergen y que quería ver. Una por poder pasar justo detrás de la caída de agua, y otra por ser la más alta de Europa. La primera, Steinsdalsfossen, estaba en proceso de arreglo del camino, así que de pasar por detrás de la cascada ni de coña. Fotos de rigor y seguimos adelante. La segunda, Vøringsfossen, es simplemente espectacular. Visita casi obligada. Eso sí, el recorrido se lleva casi el día entero, olvidaos de la previsión de tiempo de google maps que ellos no han conducido en su vida por esas carreteras.
De vuelta al hostel pregunto por el destino del día siguiente, Trolltunga. Y ahí se me cae el plan que más me llamaba. Para el que no lo sepa, Trolltunga es una roca en plan saliente a-lo-Simba-ofrecido-por-el-mono con unas vistas estupendas. La otra puerta buena es la ruta para llegar: Empieza subiendo las vías de un anitguo funicular y termina varias horas después. Entre ir y llegar se lleva todo el día de ruta, he visto en internet que entre unas 7 y 11 horas, depende de lo rápido que vayas. Pues bien, el tema es que me decían que a finales de Mayo aún suele haber nieve a lo largo de la ruta, por lo que me iba a pillar una capa de al menos media pierna. Mierda...

Día 12,  hiking por Fløyen y Fjellhytten. Bergen está rodeada de montañas y hay un montón de rutas. La que elegí es aquella que los gordos, viejos o vagos hacen en funicular. La vista estupenda, el clima no tanto, estuvo lloviendo a ratos durante la mañana. Como me sobraba tiempo, decidí tirar de mapa y hacerme un rutilla de camino al hostel, pero al poco de empezar me encontré con un cartel que señalaba un senderillo a un refugio de montaña. Muy recomendable la subida a Fjellhytten, las vistas de Bergen son brutales. Está más bajo que el primer día, pero la imagen no tiene nada que envidiar.

Día 13, camino a Geiranger. El camino por la E39 y la 15 es cansado pero los paisajes son geniales. Aquí cojo el primero de bastantes ferries durante todo el viaje. Tenía previsto hacer parada justo en la parte alta de Geirangerfjord, en un mirador llamado Dalsnibba a 1500m por encima del fiordo, pero al llegar vi que el acceso estaba cerrado aún por nieve (mi altura en nieve a los lados de la carretera, locurón...). La carretera de camino estaba limpia (obvio) pero en la entrada a Dalsnibba había un cartel rezando que la conducción a partir de ahí se hacía bajo la responsabilidad de cada uno, y me hice caca. Así que me lancé hacia el camping haciendo parada en Flydalsjuvet, aunque la idea de roca que tenía no fue viable por que estaban rodando lo que me enteré que será la segunda superproducción noruega. Ojo al argumento: Una roca de lo alto del fiordo se desprende, causando un tsunami que arrasa toda la zona. Superproducción. Jajajajja. En fin... Lo único que estaban haciendo era evitar que cumpliera mis planes de una foto como la de la izquierda para tener que hacer la de la derecha:




Esa noche el tiempo marcaba 2º y llovizna, y mi tienda era tan cutre que por no tener no tenía ni doble techo, me esperaba noche estupenda. Tan estupenda que me envolví con forros polares y una manta dorada de esas que ponen en los accidentes de tráfico.

Día 14, Ørnevegen, Gudbrandsjuvet y Trollstigen. Tenía que subir recorrer bastantes kilómetros hacia el norte para después volver de nuevo al sur, a Bergen, así que a las 6 de la mañana estaba desmontando la tienda.
El día anterior había estado barajando la opción de probar otra vez con Dalsnibba, haciendo los últimos kilómetros a pie por la carretera, pero cuando me desperté seguía nublado en la cima así que pasando, mejor a Ørnevegen, en la carretera del Águila. Es un mirador desde el extremo opuesto del fiordo que Dalsnibba, con vistas también muy buenas. Lo bueno de esa carretera, la 63, es que es una de las carreteras turísticas noruegas, por lo que los se encuentran cosas que ver sí o sí, entre ellas mis siguientes destinos.
Gudbrandsjuvet es una parada rápida en una caída de agua con remolinos y demás. El restaurante que estaba justo ahí estaba cerrado al no ser aún temporada, así que me pude pasar por el arco del triunfo las vallas y avisos y acercarme todo lo que quise a los bordes. Es lo bueno de visitar estas cosas cuando la temporada no está en pleo auge. Bueno, lo bueno y lo malo, porque si te ocurre algo no se entera ni Peter.
La última parada antes de volver a Bergen era Trollstigen, una carretera que serpentea para subir el fiordo, con unas vistas también estupendas. Bonus extra tuvo la conversación con el chaval español de la tienda de regalos:
- Excuse me, the toilets?
- No, they're closed.
- So...where can I go?
- En el monte.
- Sorry?
- No, eh, on the mountain, on the mountain.
- Eres español, ¿no?

Día 15, camino a Preikestolen. Todo el día en carreteras de la muerte, lloviendo y con niebla. Dios, no cojáis con lluvia la carretera 13. Creo que perdí peso y todo de la tensión en el camino...
El hostel que está justo en Preikestolen es carete, pero muy muy cómodo. Y el que esté justo donde comienza la ruta es un plus.

Día 16, ruta a Preikestolen (Pulpit Rock) y Moslifjellet. Aprovechando que había dormido como nunca en todo el viaje, decidí hacerme dos rutas. 
Primero al Púlpito, ruta sencilla con algunas subidas de sudar, pero el camino al ser muy turístico está muy bien marcado. Al llegar a la cima hay dos caminos viables, subí por uno y bajé por otro. Las vistas y las fotos merecen mucho la pena. Sitio altamente recomendable.
La segunda ruta sube al pico Moslifjellet, mucho menos transitado y también con dos rutas. Aunque la foto finnish no es tan impresionante, la ruta es una delicia por que te hace sudar, buscar las marcas del camino, escalar algunas partes, asutarte en otras... Si os mola el hiking en plan guay, ésta es vuestra ruta. Os recomiendo subir por la ruta que sale exactamente de la de Preikestolen, siguiendo las marcas rojas (algunas hay que buscarlas bien), y bajar por la segunda que va bordeando el filo de la montaña, siguiendo las marcas rojas (algunas hay que buscarlas muy muy bien. Me perdí dos veces) y los montones de piedras. Total entre las dos, unas 7 horas. Esa noche dormí como un bebé.


Día 17. Vuelta a Bergen. Esta vez paso de venir por el mismo camino y me decido a coger la ruta E39. Con tres ferries y algunos peajes, pero en menos de 6 horas me puse en el hostel, teniendo en cuenta lo cansado que estaba de conducir por esas carreteras, fue un dinero bien invertido.
Y de regalo, al llegar al hostel, concierto de piano de un tipo que le faltaba el meñique derecho. Cool.

Ya no seguiremos informando, ésta es la última entrada del blog. Cuando vuelva a Rovaniemi, estaré a 6 días de locura para volver a España definitivamente, y una vez en España, ya no estaré Más-alla-del-muro...

Espero haber servido para algo.

Suerte!

domingo, 6 de abril de 2014

Desde Rusia con amor (II Parte - Moscú)

Bueno, me quedé en el tren nocturno.

Tengo que reconocer que iba un poco intranquilo por el tema del tren, pero una vez me acomodé, todo fue bien. Privacidad cero si vas por la opción barata, vagones llenos de literas, pero para una noche es más que suficiente. El tren va directo hasta Moscú, y desde allí en metro al hostel. Y esta vez si iba preparado con mis mapas y mis historias. Ajá, la tecnología es mi amiga...

El hostel pintaba ser muy cool y bueno y todo eso, pero nada más lejos de la realidad. La palabra asquete (por no decir cáncer de sida sifilítico) es la que me viene a la cabeza para describir los momentos de usar el baño. Gente ruidosa, bstante poco considerada, la peor experiencia hostel que he tenido con diferencia. Quitando eso, todo fue más o menos de forma decente. Claro.

Nada más llegar nos fuimos al centro a ver que nos encontrábamos. Y nos encontramos con la Plaza Roja y la Catedral de San Basilio. Espectacular, la verdad. Podías sentir el verrdadierro espírritu de la Madrrie Rusia. Lo único que estropeó un poco la visión de la Plaza Roja es que había una maldita pista de hielo en todo el medio que le quitaba el encanto...Ese día nos retiramos pronto al hostel.

El día 7 fue el día cultural, a parte de ir a visitar el Museo Estatal de Historia, en el cual intuyes muchas cosas porque pasan de traducirlo al inglés, fuimos al ballet a ver The Mayerling, esta vez a un teatro con profesionales, aunque no noté la diferencia,la verdad.
Respecto al museo, tengo que decir que hay cosas curiosas, pero si no eres un fan de la historia, y encima rusa, pues es un poco meh. Más tarde nos hicimos la foto de rigor en el Teatro Bolshoi, donde un par de reventas intentaron colarnos algunas entradas good places, cheapest price de dudosa autenticidad.

Al día siguiente, nos apuntamos de buena mañana a un tour gratuito que ofrecía el hostel desde allí hasta la Plaza Roja haciendo parada en sitios curiosos o no, depende. Lo bueno fue hacer contacto con el tipo para el día siguiente, tour por el Kremlin y el Metro. El final de este tour terminaba viendo un cambio de guardia en el Monumento a los Caidos.

Os traigo esta cosa dorada...
Por la tarde nos acercamos hasta el parque Gorki y al de los Monumentos a los Caídos en el que había una pista de hielo gigante y una pantalla para ver los Juegos de Invierno. En el camino pasamos por uno de los puentes del amor que tan de moda se están poniendo en Europa, y también nos encontramos con la fuente-estafa de Pedro el Grande. Digo estafa porque en algún lugar leí que el artista intentó venderla a España como monumento a Cristobal Colón en la expo del 92, y al no poder hacerlo (lo entiendo porque es fea con ganas), se la coló a los moscovitas como Pedro el Grande.


El último día me fui a mi bola a ver sitios debido a  incompatibilidades de prerencias con mi compañía en el viaje, y a hacer el tour con el guía del día anterior.
Mi primera parada fue el antiguo cuartel general de la KGB, que se encontraba justo enfrente de un edificio de una asociación llamada Kid's World, lo que no deja se ser una ironía al encontrarse al lado del edificio más terrorífico de la Guerra Fría...
Aproveché también para entrar en la Catedral de San Basilio, que por dentro es más bien pequeña, y al Mausoleo de Lenin. Las medidas de seguridad ahí dentro rozan lo absurdo, a mí entender. No dejan entrar móviles con cámara, cámaras, mochilas de tamaño normal, y tienes que pasar un detector de metales regentado por taciturnos y serios policías rusos. Y todo para ver a un enano de cera. Lo parece, lo juro. Ah, ¿he comentado que si llevas las manos en los bolsillos o te quedas mirando mucho rato a Lenin, te llama la atención algunos de los 5 policías que hay dentro?

A la 13 empezaba el tour, así que me encontré con el tipo en la puerta del Kremlin, y como no apareció nadie más, pues tour privado que me comí todo el día.
Dentro del Kremlin el muchacho me dio una charla muy muy currada sobre la historia y curiosidades del Kremlin. Millones de detalles que dudo que un guía oficial me hubiera contado, o si hubiera habido más gente. Si vais a Moscú y queréis cualquier tipo de tour, no dejéis de hablar con este guía, dinero bien invertido.
La ruta del metro estaba muy muy trabajada. Consiste en visitar las estaciones más llamativas, por arquitectura e historia. A mí me flipó, vaya. Mil curiosidades y anécdotas que os dejo por descubrir.

Y así fue el viaje a Rusia por que el día siguiente nos largamos. Lo único remarcable fue que tuvimos un rato de bastante tensión (y digo bastante) cuando por la cabezonería de mi compañera nos vimos en una estación diferente en el que coger el tren al aeropuerto, sin billete de metro para ella, y sin dinero ni tarjeta que funcionara. A punto de ir a la carcel estuve. A punto...

Seguiremos informando.

Consejo extra: Nunca, jamás, ni aunque os estén matando os acerquéis a la policía rusa. Dicho por lo propios rusos. El único país en el que me he sentido más inseguro con ellos cerca que sin ellos...
Apps útiles: Algunas son gratuítas, otras lo son en markets tipo Aptoide. Metro24, hiperútil. Hay tres tipos de mapas en ruso y en latino. MapsWithMe, mapas de cualquier ciudad. TouristEye, guay para mirar puntos que visitar, pero la localización de ellos por gps funciona como el orto.
En San Petersburgo hay wifi a mogollón.

sábado, 5 de abril de 2014

Desde Rusia con amor (I Parte - San Petersburgo)

Bueno, pues un 28 de Febrero comenzó mi andadura para esas tierras de Dios en la que vivían en cavernas hasta que San Cirilo se digno a llevar la religion (o eso me han contado).

Hice noche en Helsinki en compañía de Carlo, Magda y algunos otros más, y nos fuimos de cena a una especie de buffet de comida tipica finesa, pero nada de cutreces, un sitio de a 18 euracos la cena, pero muy bien invertidos por otro lado. Konstan Molja, merece la pena.

Y a las 5 de la mañana, salida en tren hacia San Petersburgo. En el tren nos pidieron el pasaporte como unas 3 veces, y a mí una de regalo (ya contaré despues). Decidimos ir en tren por comodidad y rapidez, aunque se puede ir en barco desde Helsinki como otra opción. A principios de cada semestre ISN monta un viaje a San Petersburgo de esta segunda manera, y me consta que es el único viaje decente que montan. Consejo extra: ¡Huir de ISN Rovaniemi! Por cierto, en barco es la única opción para entrar en San Petersburgo sin visado, como máximo 72 horas.

Pues bien, estamos en el tren intentando dormitar un rato, y pasa el revisor para pedir el billete (lógico) y el pasaporte. Poco despues una pareja de policías, o seguratas rusos, vuelven a pedir visado y pasaporte, con la correspondiente mirada de fotocopiadora.

Y por ultimo, y mis favoritas, una pareja de mujeres rusas al estilo compañera del Dr. Maligno una, levantadora de peso hormonada, la otra. Con los reglamentarios moño-trenza rollo a lo princesa Leia. Y justo detrás de ellas (literalmente), una mujer de labor desconocida que solo se dedicaba a hablar con el pasaje. Pues bien, cuando la levantadora de pesas me devuelve el pasaporte, entiendo que todo esta correcto, asi que me levanto para ir al servicio. No he dado ni un paso cuando la solitaria me intercepta y dice que no es viable, que estamos en medio del control aduanero, y que por favor pasaporte, y de regalo, que abra la maleta. Será que pretendo esconderme en el baño para entrar ilegalmente en el pais... Y allí que me veo aireando mi ropa.
-¿Lleva usted medicamentos?
-Sí, para la rodilla.
-¿Analgésicos?
-No, antiinflamatorios
- ¿Sabes el nombre? -
- Sí, pero dudo que usted lo conozca.
- Enséñaamelos.
- Son españoles.
- Que me los enseñes, he dicho.
- Da.
Saco mis pastillas y la sabueso lo mira, lo remira, me mira a mí, mira mi pasaporte (esto último no lo entendí. ¿Tengo que salir en la foto con las pastillas o algo?), mira mis medicamentos, y me lo entrega con un: Está todo bien. ¡Venga, hombre! Ni te suena, ni lo has visto en tu vida de eterno invierno siberiano, señora mía, pero ya que me la has liado a la antigua usanza en plan Danko, te las tienes que dar de superrusa. En fin... Gracias a Dios el resto del viaje se dió sin problemas ni novedades.

Llegamos a St. Petersburgo y me doy cuenta que me he descargado un mapa offline que no funciona (olvidaros de la app de Navfree para Rusia, es una estafa, no encuentra nada ni en cirílico ni en latino) y que los pantallazos de google maps eran de otra estación de tren. Bien Rubén. Después de un buen rato buscando trozos de mapas que tenía repartidos por varios archivos conseguimos "componer" una especie de recorrido para llegar al hostel. La leche que lejos estaba... Durante el camino nos dimos cuenta que los pasos de cebra brillan por su ausencia, puedes andar fácilmente tres o cuatro manzanas sin encontar uno que cruce alguna avenida, raruno, raruno.

En la puerta del hostel nos estaba esperando una conocida del primer semestre que nos haría de guía durante un par de días. Muy maja ella que había venido expresamente a San Petersburgo para ello.
El hostel está bastante bien, había algunos personajes de dudosa moralidad e higiene, pero por lo demás sin problemas. Nos echamos un par de horas para recuperar algo de sueño, fuimos a comer y a patear como estaba previsto.

La primera parada, casi obligatoria, es la famosa Catedral del Salvador sobre la Sangre Derramada, estampa típica de San Petersburgo. En un principio se llamaba solo del Salvador, pero después del atentado por el que murió un, ¿voy a decir zar? (no recuerdo), le cambiaron el nombre. Ese día estábamos un poco destrozados, así que revoloteamos un poco por la Avenida Nevsky (el equivalente a la Gran Vía madrileña) hasta llegar al Hermitage, ver los horarios, y de retirada al hostel.



No he mencionado el curioso sistema de metro de San Petersburgo, en el cual tienes que comprar unas monedas para poder acceder. Un poco arcaico y de coña al mismo tiempo. Estos ruskis...

El día siguiente fue el día de ir al ballet. Estás en Rusia, vas al ballet. Así de claro. Y tengo que reconocer que para mi sorpresa, y para la de algunos amigos que me leen, tengo que reconocer que me moló bastante. Tanto que en Moscú fui yo el que insistió en ir también. El ballet en Rusia es algo así como ir al cine en el resto del mundo, pero con clase. La gente se arregla como para ir de boda, y yo ahí con vaqueros y sudadera desentonaba un poco, pero bueno, es parte de la experiencia viaja-barato, conviértete-en-guiri. Obra: La Cenicienta. Sitio: Conservatorio. Precio: Irrisorio. Ojo, para el Lago de los Cisnes, los precios varían de ganga a riñón izquierdo. Briconsejo: Dejaros de ofertas con ISN, que dinero no van a palmar, y dirigiros directamente a la web del teatro, si lo pilláis con tiempo podréis encontrar precios baratos. Por la tarde nos hicimpos visitas obligadas a las catedrales de San Isaac, y Nstra. Sra. de Kazan. La primera por las vistas estupendas desde lo alto de la cúpula (el interior no nos dio tiempo, pero hay fotos chulas en internet), y la segunda por ser gigante, bonita y si pillas misa dentro, es curioso ver las diferencias entre el servicio, música, etc. católico y ortodoxo. Por cierto, en las iglesias ortodoxas los hombres deben llevar la cabeza descubierta y las mujeres cubierta, puede ser una capucha o gorro, pero si no os llamarán la atención.
El último plan fue un museo de cera de la realeza, que si bien está muy bien hecho y todo el tema, me pareció un plan en el que me hubiera ahorrado unos rublos, la verdad. La nota curiosa del día fue conocer a un tipo en una parque que nos tocó una canción rusa de un cantante de los 70 que me moló bastante. Nos ofreció un plan al dia siguiente que acabó fallando, pero bueno, es lo que hay.

El día 03 nos fuimos por la mañana a ver Peterhof, un palacio con jardines impresionantes. Mirar fotos en internet, incríble. Eso sí, si vais antes de Junio, preparaos para un chasco porque las fuentes y jardines, el principal atractivo están cubiertos, sin flores, sin agua... sin gracias. Yo me lo apunto para volver con Ana en temporada veraniega. A la vuelta hicimos parada en la catedral de Pedro y Pablo (sí, aquí todo son catedrales al parecer). Catedral con las típicas cúpulas bulbiformes, que nos enteramos en algún momento, que son así porque quieren imitar llamas de velas. El punto curioso de esta catedral es que estuvo tomada por los nazis al tener una disposición estratégica al poder ver el avance ruso desde bien lejos. En un momento dado, una bomba atravesó una cúpula y se quedó en su interior, y al no explotar, lo consideraron intervención divina y ahí que la tienen guardada. Si no vais con alguien que hable ruso, olvidaros de recibir esta expliación. Ah, es cierto, me olvidaba. En Rusia no habla inglés ni Perry, avisados estáis...
Por la tarde visitamos el Museo de Arte Contemporáneo. Teniendo en cuenta que está a tomar viento de cualquier sitio, mucho te tiene que gustar para ir. Si lo llego a saber...

El último día fue el que dedicamos al Hermitage. Y hacerme caso en que le podréis echar el día entero. Dos mejor. La app del museo está genial, y ayuda el mapa para ubicarse y para ubicar obras. Esperábamos que nos clavaran un poco aún con descuento de estudiantes, cual fue nuestra sorpresa que los estudiantes entran gratis. Así que nos permitimos el lujo de salir del museo para comer al lado de las taquillas, recibiendo la consiguientes miradas de "¿qué mierda están haciendo éstos?", pero no se pueden meter agua, comida ni mochilas grandes. Tampoco está permitido hacer fotos sin pagar un extra, pero no te controla nadie.
Por la noche dimos una vueltecilla por el río, nada especial que contar.

El día anterior nos habíamos quedado sin guía autóctona, pero en el Hermitage no es que hiciera mucha falta. Sin embargo, el último día tuvimos el apoyo de una chica española que estaba allí estudiando. Visitamos la fortaleza de Pedro y Pablo, pero todo estaba cerrado así nos quedamos sin ver la antigua carcel. De ahí nos fuimos a ver el convento Smolny, pero la visita duro apenas 10 minutos porque había misa y un cartel gigante que avisaba que no se permitían turistas. Era nuestro día eh. Menos mal que esta muchacha nos enseño esas curiosidades típicas que solo conoces cuando te puedes considerar de un sitio (yo soy de Madrid y creo que no conozco ninguna, vaya tela...). Os lo escribo aquí para el que quiera probar: Es una especie de estatua en el que hay que buscar el ojo de una cerradura, y si lo encuentras puedes pedir un deseo. ¿Cierto? No lo sé. Pero estas chorradas me pierden. La dirección es Malaya Sadovaya Ulitsa 3/54, hace esquina con Nevsky Prospect, justo donde hay una cafetería decorada de verde como si fuera una jungla (entrar, por dentro es como muy ricachón todo, incluídos los precios).
¿Dónde está el ojo de la cerradura? Suerte...
La aventura del día ocurrió cuando un tipo me intentó robar. El amigo se me acercó intentando venderme no sé qué mierda, y se cubría una mano con lo que me intentaba vender. Al grito de la guía bajo la mirada, y ahí que veo la mano del amigo rebuscando. Previsor como soy, cartera y móvil las lelvo siempre a buen reacaudo. Pero con todo y con eso, el tío me mira y me suelta Fuck you. ¿Y os podréis creer que eso fue lo que más me tocó las narices? Encima que te intentan robar...
Por la tarde noche nos fuimos en búsqueda de unas esfinges egipicias traídas (robadas) de Egipto, obvio, y la llama perpétua del campo de Marte, cerca de la Sangre Derramada.

Y hasta aquí la visita a San Petersburgo, por la noche nos fuimos a Moscú en tren, pero eso para la siguiente entrada.

lunes, 24 de marzo de 2014

Entramos en tiempo de descuento

Dos meses exactos para dejar Rovaniemi y el momento de empezar a despedir gente ha llegado antes de lo esperado.

Hablando sobre el curso que hemos pasado, la gente que ha corrido por Kuntotie a lo largo de estos meses, el EILC... unos y otros empezamos a comentar con cierto reparo que estas últimas semanas están corriendo demasiado rápido. Los momentos de buscar billetes de vuelta, junto con ensoñaciones de encontrar otros con destinos internacionales para visitar a tal o cual persona, se empiezan a convertir en habituales. Siempre se echa de menos tu sitio y tu gente, pero también se vuelve la cabeza atrás y te das cuenta de que vas a añorar Rovaniemi, eso seguro.
Feliz pareja en su 2º aniversario

Después de haber pasado un accidente, millones de salchichas al fuego hasta decir basta, saunas, cervezas al caer la tarde, excursiones, viajes, aprobar el exámen de finlandés (con su ayuda), visitas a Helsinki, visitas sorpresa a Rovaniemi y miles y miles de chistes absurdos por whatsapp, ha llegado el momento de despedir a Carlo. El primero de muchos, me temo, pero sin duda uno de los más grandes.

¡Un abrazo enorme, Carlo! Cuídate, y nos veremos.

lunes, 10 de febrero de 2014

Tornio

El finde de mi cumpleaños se montaba una fiesta multitudinaria en mi edificio, así que intuyendo que sería imposible no solo dormir, sino vivir, aproveché la invitación de Saara para irme a Tornio con su familia. Tornio es una ciudad al sur de Rovaniemi que es mitad Finlandesa, Tornio, y mitad Sueca, Haparanda, así que es un poco la coña cambiar la hora cuando cruzas el puente.

Saara y sus hermanas me recogieron en Kemi, donde vive su abuela, y nos fuimos a comer. Cabe destacar que la buena señora pagó por todos, y no me dejaron insistir en pagar lo mío. La abuela es una grande, muy divertida y muy agradable. Incluso nos enseñó (me enseñó) la casa y soltó una coña en plan que me podría quedar a dormir allí, la buena mujer. Allí dejamos a la abuela, y rumbo a casa de Saara.

Saara, servidor y la hermana de Saara
Tornio en sí no tiene mucho que ver, en palabras de Saara. Puedes encontrar algún plan que hacer (ese fin de semana había una feria de tatuajes) pero a mí me basto con ir por la noche a casa de su amigo Panu, que tiene una kota, y echarnos unas risas Saara, su hermana, Panu y yo, tomando algo y haciendo salchichas. El camino de vuelta, en taxi, fue una odisea con Panu haciendo de azafato, pero nos granjeó un descuento del taxista que comentó que se había reído un montón.

Muerte por glucosidad...



Al día siguiente, visitilla a la parte Sueca y a Candy World, una especie de paraiso de las chucherías y depravaciones azucaradas. Y también a un supermercado donde pude encontrar mayonesa, que aquí en Rovaniemi brilla por su ausencia.

En resumen, fin de semana ligero, pero muy entretenido.


Lo siguiente: Como me fue el viaje por Rusia, y consejillos para buscar trabajo en Rovaniemi.

Seguiremos informando.

miércoles, 29 de enero de 2014

Navidad!!

Más de dos meses sin actualizar y más de uno desde que volví de España, lo tengo muy dejado, oigan.

Podría hablar sobre como se lleva la Navidad en Rovaniemi, pero lo cierto es que teniendo en cuenta que huí el 10 de Diciembre, pues me perdí todo lo gordo.

Eso sí, tenemos la coña de que el Corte Inglés comienza la temporada de Navidad terminada la de verano y que no es Navidad hasta que ellos lo dicen, pero aquí no se quedan cortos. Rovaniemi empieza a prepararse para la temporada a finales de Octubre, y ya se empiezan a ver los típicos adornillos por las puertas y demás. Y luego a finales de Noviembre se prepara en Santa's Village la Ceremonia de Inauguración del Invierno, que aunque poarezca mentira me recordó un montón a ésto:


Hay que decir que todo el acto fue un poco meh. Vamos, que ni fú ni fá. Puede que para los lugareños y los niños estuviera muy bien, pero solo puedo recalcar 3 cosas:

1. El magnífico coro infantil. (Nótese la ironía, y he ahí la prueba).
2. Los acróbata vestidos de elfos viejos (¿?).
3. El discurso de Santa Claus, que si es más corto, tenemos que hablar nosotros.
















Depués de esto, poco me ocurrió digno de contar. Pasé el resto de los meses sin pena y sin gloria, hasta la llegada del día antes de viajar, en el que aproveché que mi compañero de piso estaba de viaje para hacer un cena de despedida de la gente que no estaría en el segundo semestre. La verdad es que fue bastante divertido y me reí un montón con las ocurrencias de mis vecinos austríacos (Ay, como os echo de menos, Simon y Caro).

El día del viaje se me hizo un poco largo, bueno, más bien un huevo, porque para pillar un precio medianamente decente, mi vuelo salía a las 8 de la mañana y llegaba a España a eso de las 23, con tres escalas entre medias. Solo una palabra, eternidad...
Cabe destacar que en el vuelo de Amsterdam - Madrid, en las salidas de emergencia, estaban sentadas unas señoras españolas de unos 70 años (que aventureras, oiga). Y esto, sin saber muy bien por qué, causo la desazón de un matrimonio que tenía al lado mío, también españoles. Al parecer, según él, esas señoras eran muy mayores para estar sentadas en ese sitio, donde si hay una emergencia, tienen que proceder de una manera especial, y "esas señoras mayores, a saber si podrán...". Y lo dice un tío que rondaba los 60 y pico... Hay gente para todo. Y yo pensando, tío, si tenemos una emergencia en vuelo dudo mucho que nos vaya a hacer falta abrir esa puerta. Es lo que tienen los aviones, que tienen el índice de accidentes más bajo, pero cuando tienes uno, lo hacen a lo grande.

Bueno, pues a la llegada al aeropuerto, allí que me esperaban unos amigos, y nos fuimos a tomar unos vinos, que había que celebrarlo.

El día siguiente fue el de la sorpresa. Confabulado con Isra, Ana y Marta, me presenté en el Ces para sorpresa de Ana M. Y ahí empezó un mes de vacaciones que resumo en la siguiente imagen:


martes, 10 de diciembre de 2013

El amigo finlandés

Dejarme contaros de que va el Finnish Friend Programme.

Este programa coordinado por las oficinas internacionales de las universidades finlandesas, está dirigido a estudiantes extranjeros que quieren tener la oportunidad de conocer a -en principio- una persona con la que poder integrarse un poco más en esta bienamada cultura nórdica. Y por su parte los finlandeses quieren tener la oportunidad de enseñar a alguien el estilo de vida finés o lo que se tercie.

Cuando en la semana de bienvenida, en una de las (muchas) charlas informativas, te cuentan sobre este programa, una de las cosas que te dicen es que antes de nada, debes estar seguro de tener la mente lo suficientemente abierta. Puede que tu amigo finlandés sea desde un padre de familia con tres hijos, perro y casa en la montaña hasta un hombre de mediana edad soltero, con dudosos hábitos sociosanitarios y graves problemas de alcoholismo (nada difícil en este pais, todo sea dicho).

Bueno, pues el día señalado para el meeting, me encuentro en la mesa con una señora (rubia, no podría ser de otra forma) de mediana edad y una chica joven (rubia también). Saila y Julia, madre e hija respectivamente, muy simpáticas. Saila es maestra en un colegio de aquí que me invita a visitar su clase de forma inmediata (cosa que todavía no he hecho por diversos contratiempos). Julia, por su parte, estudia turismo y es bastante encantadora. Y me cuentan su árbol genealógico. ¡Son una familia de 7 hijos y 13 nietos! El más jóven, Julius, aparece al poco rato en brazos de su madre Anniina, también muy simpática. De lo primero que me preguntan es si necesito ropa para el invierno o muebles para el piso, y me proponen ir a esquiar, hacer hikking (senderismo), ir de caza y lo mejor, ir a una cabaña que tienen en medio de ningún lado, con sauna tradicional y esas cosas tan finlandesas. Me ha tocado la lotería con esta gente tan estupenda.

Mi nuevo colega, Julius
Pocas semanas depués visité una casa que tienen en el campo para conocer más familia. El padre es un señor bastante imponente, también profesor pero de vocational school (lo que serían nuestros grados medio y superior), cazador y no habla más de cuatro palabras en inglés, pero no por ello dejó de ser un conversación interesante hablando de política, economía y costumbres varias. Todo mediante la traducción alternativa de su nuera, una chica también muy simpática que habla español, y tiene tres niños monísimos.
Rapidamente me invitaron a cazar alces el siguiente fin de semana, pero una serie de despropósitos tiró por tierra el plan que espero que me ofrezcan en un futuro.

El semestre ha pasado y entre algún viaje (veáse Tromsø o Helsinki, esta última entrada está por llegar), clases, prácticas y cúmulos de acontecimientos en contra, lo cierto es que no he podido disfrutar mucho de mi familia finesa. Julia se fue hace unas semanas de prácticas a Alemania, pero "en su lugar" ha aparecido una nueva hermana, Kristiina. Habla español, estudia también turismo y es una tía muy divertida.

Las dos últimas veces que nos hemos visto me han llevado de visita a Santa's Village para la ceremonía de apertura del invierno (bastante meh, he de decir) y de compras navideñas baratas, que me quedaban cosas por hacerme con ellas.

¿Puntuación hasta ahora?: Pues hablando con varios de mis compañeros que también están en el programa, ni uno solo se ha quejado de sus familias, por lo que recomiendo a todo el que venga que no deje pasar la oportunidad de conocer otro tipo de gente y actividades fuera del ambiente "erasmusil". Lo peor que puede pasar es que no congenies y dejes de quedar con esa/s personas. Bueno, seguro que hay peores cosas que un grupo de desconocidos podrían hacerte en una pais lleno de bosques donde nadie te encontraría en años, pero no vamos a ponernos en ese plan...

Hasta aquí la crónica. Seguiremos informando.

Unos días por Helsinki

Bueno, pues aprovechando que con Carlo tengo casa gratis en Helsinki, cogí una ofertaza de Vr (la Renfe finlandesa) en la que me daban cama por el mismo precio que un asiento a precio normal, y oye, en un trayecto de 12 horas de tren, se agradece.

Pues allí que me presenté para ver la ciudad y visitar a Carlito. Lo primero que hice, teniendo en cuenta que iba a viajar bastante de Helsinki a Espoo (el suburbio donde vive Carlo) fue pillarme una Single Card (una tarjeta de color verde) para 3 días. Se compran en los R-Kioski, y hay uno tanto en el aeropuerto como en la estación de tren, y repartidos por la ciudad. Con esta tarjeta puedes se puede usar metro, bus, tranvía o el ferry a Suomenlinna. Pero antes de nada, aconsejo muy mucho que antes de llegar a Helsinki descargarse la aplicación Andropas, esencial para moverte por Helsinki en transporte público. Sólo funciona en Android, así que si tienes un iPhone, te fastidias por gafapasta y moderno.

Lo primero a lo que me dediqué, visto que Carlo tenía clase, fue a recorrerme parte de Helsinki siguiendo la ruta a pie que recomienda la Lonely Planet (gracias Teo, Isra y David). Es una forma curiosa de ver cosillas de la ciudad, pero las dos horas de caminata me dejaron la rodilla como un melón.

Quedé con Carlo por el centro, cenamos algo, y nos fuimos a tomar alguna cerveza por ahí. En mitad del camino, una argentina que estaba bastante perdida se nos adobó al plan. Carlo, estupendo guía donde los haya, nos llevó a lo alto de un hotel desde el que poder ver Helsinki, y cuando decidimos que ya estábamos a punto de perder dedos de la mano por congelación,  nos fuimos hacia un local con música en directo bastante buena, el Kustaa Vaasa, con unos baños que no hacían honor al término "letrina turca". Oh, Dios mío, pobre la persona que se dedicara a limpiarlos...
Al día siguiente, Carlo tenía clase de nuevo, así que me hice una visita autoguiada por Suomenlinna, visita muy muy recomendable. Suomenlinna (fortaleza finlandesa, literalmente) son un conjunto de 4 islas que han servido de fortaleza en varias ocasiones a lo largo de la historia, aunque con no muy buenos resultados. Hay una camino (el azul, creo recordar) que recorre las 4 islas por los sitios más importantes, pero mi consejo es que te dejes perder de vez en cuando, es imposible que no encuentres camino de vuelta. Pero, ojo, si vas por la tarde, controla la hora porque si el último ferry se larga, te quedas la noche completamente tirado (no, no me paso, Diego, te veo venir). En algún punto en el camino hay un mapa con sitios para ver, echarle un vistazo a lo que os pueda interesar. Según caminaba por los edificios, cada vez más tenía la sensación de que la isla había permanecido completamente ajena al tiempo. Parecía un escenario de una película de la Segunda Guerra Mundial, o una campaña del Commandos

El Katajonokka
A la mañana siguiente, Carlo por fin estaba libre y nos dedicamos a hacer un poco de visita cultural por la ciudad. La primera parada fue el hotel Katajanokka, una antigua cárcel convertida en hotel. Si tienes tiempo, merece la pena hacerse una visita (es gratis) a modo de curiosidad. La cárcel es del tipo de las películas americanas, de 1800-1900 (véase la Milla Verde y demás), y es interesante darse una vuelta por los pasillos y el patio, y si pillas la hora de limpieza, colar la cabeza un segundo para ver las celdas reformadas. Eso sí, a no ser que tengas mucha pasta, y si estás leyendo este blog permíteme dudarlo, olvídate de pasar una noche pues es de los hoteles más caros de Helsinki.
Continuamos con la visita cultural del día yendo al Museo de Diseño, que me sorprendio gratamente.
Y ya por último, cerca del parque Sibelius, habíamos quedado con Nico, al que no veía desde Agosto, en una cafetería a pie de puerto. La cafetería, pequeña, modesta y acogedora, se llama Regatta, y tienen un curioso sistema de venta: Pagas por café/té y un korvapuusti, y por cada vez que rellenas la taza, te devuelven 5 céntimos.

Del día siguiente, lo más remarcable es la visita a la sauna pública alimentada con leña, más antigua de toda Helsinki. La experiencia sauna es diferente para cada uno, y depende del nivel de pudor que uno tenga, pero se va en bolas, vaya. Así que, no te sorprendas de ver culos arrugados y una tía que podría ser levantadora de peso, siendo la masajista de la sauna.

Y hasta aquí mi visita por Heslinki. Seguiremos informando.

Tromsø y la virtud de elegir buenos compañeros de viaje

Son ya casi dos meses sin tocar el teclado y cada vez se me juntan más borradores esperando tomar forma, voy a empezar a actualizar con esta entrada.

Como dice el título de la entrada os voy a hablar de Tromsø. Y de la virtud de elegir buenos compañeros de viaje. Virtud, que por supuesto, no tengo. Sí, voy a lloraros un poco más.

Tromsø es una ciudad al norte de Noruega, parte isla (la parte principal) y parte continental. La llaman la Paris del Norte, pero como nunca he estado en Paris, pues vale, me lo creo.
Todo comenzó con una idea propuesta a mi teutón compañero de piso, y de repente me veo planificando un viaje con su insufrible amigo-apéndice también teutón, una compañera de la uni que meh, y un compatriota llorica para verguenza íbera. Se adivina cuanto menos interesante el viajecillo.

Puestos a ahorrar unos euros de donde sea, reservamos en el camping de Tromsø unas cabañas bastante baratas que resultaron ser un acierto. Eso sí, escuchar la voz aguda del amigo-apéndice quejándose cada vez que se abría la puerta porque se le enfriaban sus pies de nenaza, fue un poco (introduzca aquí término peyorativo estándar). Compórtate como un hombre, por Dios.


Comprobando si el
hielo es lo suficiente
grueso para caminar
El 18 de Octubre recogimos los coches de alquiler, y a la carretera, nos esperaban 8 horas de camino.
Y menudas 8 horas... Paraditas para hacer fotos a florecitas congeladas, un reno a tomar por saco y un carámbano de mierda al borde de la carretera, las que quieras, oíga. Eso sí, 20 minutos para tomar un maldito bocadillo tranquilamente, NEIN!, que perdemos mucho TIEMPEN! Me cago en los alemanes, hombre ya... Y encima se meten con mi manera de conducir poco eficiente...tócate las narices. Pues al final el coche que menos consumió fue el mío, PAYASEN.

Ya os avisé que os iba a llorar.

Pero no todo va a ser eso, os cuento un poco de la ciudad.
Cosas que merece la pena ver (en mi opinión): la Catedral Ártica, la pillamos cerrada pero está bastante chula. Tiene una de las vidrieras más grandes de Europa. La subida en teleférico es completamente IMPRESCINDIBLE, las vistas son estupendas y en mi opinión merece cada € (de los 15 con descuento de estudiante) que se pagan. Hacer zoom. Pasear por el centro de Tromsø no tiene tampoco desperdicio, la arquitectura es cuánto menos curiosa (no entiendo de arquitectura así que no me atrevo a usar un término más apropiado). El pub Ølhallen lo dejamos para el domingo antes de irnos y nos lo encontramos cerrado, además durante el resto de la semana tiene horarios bastante extraños (L-V de 10h a 18h ¿?). Fue una pena, porque leí en un montón de sitios que merece la pena visitarlo.

Cerca de Tromsø  merece tampoco hay que dejar de ver el pueblo de Ersfjordbotn (dilo en voz alta si hay huevos) con un fiordo bastante impresionante, supongo que no será comparable a los más famosos de la costa oeste de Noruega, pero bueno, juzgar vosotros mismos. También hay un museo con forma de bloques de hielo que a algunos no nos interesaba mucho, sin embargo a esos mismos sí que nos motivaba plantear el camino de vuelta puesto que al día siguienten teníamos clase. Así que el germano team, haciendo alarde de su buen proceder en cuestión de viajes, decidió dividir el grupo general en a favor y en contra. Pues que os den.

Eso sí, oh designios del destino, en el camino de vuelta mi coche hizo parada en una cascada bastante impresionante (la foto no le hace justicia) y el otro coche no supo encontrar el camino. Recuento final: llegamos a la misma hora, ellos se dejaron 15 lereles en un museo que no merecía mucho la pena (reconocido con la boca pequeña) y se perdieron unas vistas bastante dignas. Vaya, vaya, quien sonríe ahora, ¿eh, imberbe de las narices? ¡Metrosexual!



Resumen: ¿Merece la pena visitar Tromsø? Sin lugar a dudas.

Próxima entrada, el programa del Finnish Friend. Seguiremos informando.

lunes, 14 de octubre de 2013

Como ser cutre hasta más no poder

Como cada mañana, cuando me levanto sigo una rutina estupenda de mirar la predicción del tiempo en el móvil, confirmarlo con el termómetro que tenemos pegado al exterior de la ventana, y por si acaso, atreverme a dar una par de pasos en el balcón.
Y como cada mañana, las tres acciones parecían complementarse y decirme que, si bien hacía fresquillo (tócate los huevos que 2 º me parezca un día "de los buenos"), no era necesario contar con capas extras o, aquí viene la pista, el chubasquero.

Pues bien, paso mi día en la universidad como tantos otros, hago un poco de Skype con Ana M. como es lo habitual, y ¿qué me encuentro cuando salgo? La puta tormenta perfecta. El jodido apocalipsis hecho lluvia. Y yo con estos pelos.

Voy a volver a meterme en la uni un rato a ver si esto se pasa -pienso-, pero que narices, son las 20 y ya es hora de cerrar, así que el amable (nótese la ironía) conserje me informa que me tengo que largar. Ya en el soportal, se me ocurre volver a mirar la predicción a ver si me da esperanzas de que vaya a durar poco. Toda la maldita noche. Me cago en...

Así que miro al cielo y extiendo la mano como un imbécil a lo Santo Tomás (no vaya a ser que la lluvia sea producto de mi poca fe), pero nada. Me encojo de hombros, y me resigno a mojarme un poco. Del camino del soportal a la bici, mis pantalones ya chorrean. Interesante camino a casa...

La pregunta del millón cuando entré en el portal fue: ¿Está lloviendo? No, es que vengo de hacer buceo sobre bici en el lago, no te jode...Los hay lerdos y luego está el ruso éste hipermusculado o de donde mierdas sea. ¡Vete a la biblioteca y menos al gimnasio, coño! Me voy del tirón a la lavandería a meter mi chorreante ropa en la secadora y ¿que me encuentro? que está estropeada. Bueno -pensaréis-, seguro que puedes usar alguna otra, Rubén. Y una mierda. ¿No os he contado que uno de los beneficios de vivir en Kuntotie es que sólo hay tres lavadoras y una secadora para más de 300 estudiantes?

Así que fruto de la desesperación y haciendo gala de que la necesidad agudiza el ingenio, aquí os presento mi último logro en la escala Mierder-Cutrez.

Sí, amigos, sí, ese es mi horno a toda potencia haciendo la veces de secadora y aprovechándose de que la electricidad es gratis. ¡Chúpate esa, DAS!

Seguiremos informando