martes, 10 de diciembre de 2013

Unos días por Helsinki

Bueno, pues aprovechando que con Carlo tengo casa gratis en Helsinki, cogí una ofertaza de Vr (la Renfe finlandesa) en la que me daban cama por el mismo precio que un asiento a precio normal, y oye, en un trayecto de 12 horas de tren, se agradece.

Pues allí que me presenté para ver la ciudad y visitar a Carlito. Lo primero que hice, teniendo en cuenta que iba a viajar bastante de Helsinki a Espoo (el suburbio donde vive Carlo) fue pillarme una Single Card (una tarjeta de color verde) para 3 días. Se compran en los R-Kioski, y hay uno tanto en el aeropuerto como en la estación de tren, y repartidos por la ciudad. Con esta tarjeta puedes se puede usar metro, bus, tranvía o el ferry a Suomenlinna. Pero antes de nada, aconsejo muy mucho que antes de llegar a Helsinki descargarse la aplicación Andropas, esencial para moverte por Helsinki en transporte público. Sólo funciona en Android, así que si tienes un iPhone, te fastidias por gafapasta y moderno.

Lo primero a lo que me dediqué, visto que Carlo tenía clase, fue a recorrerme parte de Helsinki siguiendo la ruta a pie que recomienda la Lonely Planet (gracias Teo, Isra y David). Es una forma curiosa de ver cosillas de la ciudad, pero las dos horas de caminata me dejaron la rodilla como un melón.

Quedé con Carlo por el centro, cenamos algo, y nos fuimos a tomar alguna cerveza por ahí. En mitad del camino, una argentina que estaba bastante perdida se nos adobó al plan. Carlo, estupendo guía donde los haya, nos llevó a lo alto de un hotel desde el que poder ver Helsinki, y cuando decidimos que ya estábamos a punto de perder dedos de la mano por congelación,  nos fuimos hacia un local con música en directo bastante buena, el Kustaa Vaasa, con unos baños que no hacían honor al término "letrina turca". Oh, Dios mío, pobre la persona que se dedicara a limpiarlos...
Al día siguiente, Carlo tenía clase de nuevo, así que me hice una visita autoguiada por Suomenlinna, visita muy muy recomendable. Suomenlinna (fortaleza finlandesa, literalmente) son un conjunto de 4 islas que han servido de fortaleza en varias ocasiones a lo largo de la historia, aunque con no muy buenos resultados. Hay una camino (el azul, creo recordar) que recorre las 4 islas por los sitios más importantes, pero mi consejo es que te dejes perder de vez en cuando, es imposible que no encuentres camino de vuelta. Pero, ojo, si vas por la tarde, controla la hora porque si el último ferry se larga, te quedas la noche completamente tirado (no, no me paso, Diego, te veo venir). En algún punto en el camino hay un mapa con sitios para ver, echarle un vistazo a lo que os pueda interesar. Según caminaba por los edificios, cada vez más tenía la sensación de que la isla había permanecido completamente ajena al tiempo. Parecía un escenario de una película de la Segunda Guerra Mundial, o una campaña del Commandos

El Katajonokka
A la mañana siguiente, Carlo por fin estaba libre y nos dedicamos a hacer un poco de visita cultural por la ciudad. La primera parada fue el hotel Katajanokka, una antigua cárcel convertida en hotel. Si tienes tiempo, merece la pena hacerse una visita (es gratis) a modo de curiosidad. La cárcel es del tipo de las películas americanas, de 1800-1900 (véase la Milla Verde y demás), y es interesante darse una vuelta por los pasillos y el patio, y si pillas la hora de limpieza, colar la cabeza un segundo para ver las celdas reformadas. Eso sí, a no ser que tengas mucha pasta, y si estás leyendo este blog permíteme dudarlo, olvídate de pasar una noche pues es de los hoteles más caros de Helsinki.
Continuamos con la visita cultural del día yendo al Museo de Diseño, que me sorprendio gratamente.
Y ya por último, cerca del parque Sibelius, habíamos quedado con Nico, al que no veía desde Agosto, en una cafetería a pie de puerto. La cafetería, pequeña, modesta y acogedora, se llama Regatta, y tienen un curioso sistema de venta: Pagas por café/té y un korvapuusti, y por cada vez que rellenas la taza, te devuelven 5 céntimos.

Del día siguiente, lo más remarcable es la visita a la sauna pública alimentada con leña, más antigua de toda Helsinki. La experiencia sauna es diferente para cada uno, y depende del nivel de pudor que uno tenga, pero se va en bolas, vaya. Así que, no te sorprendas de ver culos arrugados y una tía que podría ser levantadora de peso, siendo la masajista de la sauna.

Y hasta aquí mi visita por Heslinki. Seguiremos informando.

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